La abundante presencia de cormoranes en las masas de agua leonesas vuelve a ser motivo de preocupación entre el colectivo pescador, ya que se trata de un gran depredador, experto en el buceo que casi nunca falla en la captura y que puede llegar a consumir alrededor de los 500 gramos diarios de pescado vivo. Estas características y el gran incremento del número de ejemplares invernantes en la provincia esta generado diversos problemas desde el punto de vista de la conservación y aprovechamiento sostenible de la pesca en las aguas leonesas, provocando un gran impacto en las poblaciones de peces y, en especial, en las trucheras. Esta situación, suscita una fuerte reacción por parte de los aficionados a la pesca deportiva, que ante la magnitud del problema y las consecuencias que se pueden producir en los ríos, reclaman a soluciones efectivas que armonicen la conservación de esta especie y los intereses que afectan a la actividad piscícola, similares a las que se utilizan en otros países y tales como la colocación de cables de nailon para obstaculizar el vuelo de estas aves en las zonas fluviales más sensibles, o de estructuras artificiales sumergidas en los tramos carentes de defensas naturales para proteger a las truchas de los ataques. También se aboga por medidas que eviten la progresión de esta especie o la hagan regresar a su hábitat natural.

El cormorán fue excluido del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en el año 2004 y también del Anexo de especies necesitadas de medidas especiales de conservación de la Directiva Aves de la Unión Europea, situación jurídica esta que esta permitiendo a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, de acuerdo al régimen de excepciones contemplado en la Ley 4/1989, realizar labores de control y seguimiento, por personal propio de la Consejería y en zonas localizadas, con el fin evaluar la incidencia de estas aves sobre las poblaciones trucheras y poder adoptar las medidas oportunas para el control de la especie en los lugares de mayor presencia.